domingo, 31 de marzo de 2013

Una máquina encendida

M. Revetllat


En mayo de 2005 la revista Emprendedores, que dedicaba un espacio a anécdotas ocurridas en el mundo empresarial, publicó la mía:

Una tarde, al terminar la jornada, dejé mi ordenador conectado, terminando un proceso que le llevaría bastante tiempo. Cerré la puerta de mi despacho con llave con la idea de encontrar, al día siguiente, el proceso terminado pero... me olvidé de la señora de la limpieza. 
Al día siguiente, el jefe de talleres me informó que encontrando ella "una máquina encendida" fue en busca de ayuda para poder apagarla, pero como el ordenador les dijo que no lo apagaran, lo dejaron funcionando. 
Yo me preguntaba cómo el ordenador les había dicho tal cosa hasta que, al entrar en mi despacho, vi el salvapantallas con mi frase favorita de toda la historia del cine: 

"Dave, por favor, no me desconecte".


La frase, pronunciada por una entidad inteligente (¿qué más da si es artificial?), salvó a mi ordenador de estropear un largo proceso y me hizo reflexionar en cuantos procesos, largos o no, se estropean por un imprevisto.

Un proyector que no funciona y que retrasa o anula una presentación, unos cables que no se han cubierto debidamente y que, al tropezar alguien con ellos, arruina una instalación, o confiar que aquella parte del evento está asegurada pues te han repetido, por activa y por pasiva que "Juan se encarga de ella" y, cuando llega el momento culminante, un sudor frío recorre tu espalda mientras caes en la cuenta que, en tu organización, no hay nadie que se llame Juan...

Listar los tramos del proceso y seguirlos de forma rigurosa, asegurar cada paso, no dejar nada a la improvisación, controlar y asegurarse, y volver a controlar, y volver a asegurarse, y aun así surgirán imprevistos. 

Bienvenidos al maravilloso mundo de la organización de eventos. 





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