M. Revetllat
Todo era blanco. Blanco pálido, blanco liso, blanco chillón, blanco con relieve, blanco luminoso. De la mesa brotaban ramilletes de peonías blancas deliciosamente exuberantes pero lo bastante bajas para que la gente pudiera hablar por encima de ellas.
Todo era blanco. Blanco pálido, blanco liso, blanco chillón, blanco con relieve, blanco luminoso. De la mesa brotaban ramilletes de peonías blancas deliciosamente exuberantes pero lo bastante bajas para que la gente pudiera hablar por encima de ellas.
El diablo viste de Prada, Lauren Weisberger

Así describe, la protagonista del libro, la mesa vestida para un evento: relucientes flores puestas a la altura adecuada para que no sean un estorbo para los comensales. El libro, mucho más mordaz que la película, es una ácida visión sobre el mundo laboral y de la moda en Nueva York. Andrea será envidiada por tener el trabajo de asistente de la directora de una prestigiosa revista de moda, pero ella sufrirá un verdadero infierno pues su jefa es una persona autoritaria, caprichosa y que no atiende a razones.
Muchos empleos son tildados de perfectos y de ellos se tiene una visión exterior. Vemos la parte divertida, o el buen sueldo, o los contactos que origina, los viajes... Pero como la rosa que tiene espinas, cada empleo tiene su parte áspera: lo divertido no dura siempre, el buen sueldo tiene su por qué, los contactos no siempre aportan algo y, a la larga, los viajes te dejan extenuado.
No hay trabajo perfecto, pues todos tienen su lado espinoso y si claramente el trabajo es todo espinas... habrá que pensar en algo. Como se suele decir:
si no puedes hacer lo que quieres
por lo menos quiere lo que haces
Foto 1: estante de la biblioteca Miquel Llongueras, Barcelona (M. Revetllat)
Foto 2: flores del Parque Cervantes, Barcelona (M. Revetllat)
Foto 2: flores del Parque Cervantes, Barcelona (M. Revetllat)
No hay comentarios:
Publicar un comentario